miércoles, 1 de abril de 2009

El caso de Jane Goody


Jane Cerisa Lorraine Goody (5 June 1981 – 22 March 2009) was an English media personality”. Así comienza la entrada de Wikipedia dedicada a la ya archiconocida concursante del Gran Hermano británico que vendió su muerte a la televisión. Con 27 años conoció en directo la noticia de que unas pruebas le diagnosticaban un posible cáncer mientras participaba en el Bigg Boss de la India. Enseguida partió de Bombay hacia Londres, donde los peores diagnósticos se confirmaron. Goody padecía cáncer de cuello de útero y le quedaban pocos meses de vida.

Pero su historia había comenzado antes, concretamente, en 2007, cuando Goody participaba junto a la actriz india Shilpa Shetty en la edición británica del concurso (en la que ya había participado en 2002). Fue ahí donde la inglesa insultó a Shetty. En India se convocaron manifestaciones contra la concursante londinense y ésta tuvo que retractarse de sus comentarios racistas ante las cámaras e incluso viajar al país para pedir disculpas y hacer ver a la gente que ella no era así. Este momento fue aprovechado por los productores de Big Boss (un Gran Hermano para celebridades) para ofrecerle entrar en el programa. Jane Goody aceptó, una vez más, para tratar de lavar su imagen. Fue poco después cuando recibió la noticia en el Confesionario y abandonó el programa entre lágrimas para volver a su país.

Entonces fue cuando decidió vender su muerte a los medios de comunicación para garantizar el futuro de sus hijos de 4 y 5 años. Goody no tuvo pudor en mostrar cómo evolucionaba su enfermedad (y cómo su imagen empeoraba paralelamente) o en vender su boda, un mes antes de morir, al precio de un millón de dólares americanos. Goody escribió libros, apareció en muchos programas de televisión y se convirtió en todo un icono en Gran Bretaña. El propio Gordon Brown le dedicó unas palabras.

La historia es espeluznante de principio a fin. La hija de unos padres drogadictos que se mete en Gran Hermano y se hace popular por sus continuas demostraciones de ignorancia y sus groserías. Como en la edición del 2002 dio la talla, entró también en “La Casa” del 2007. Ahí lanzó insultos racistas contra una concursante India, pero esta historia ya la conocemos. Es entonces, la historia de un país que coloca en su trono a esta chica que, al conocer la noticia de que morirá en poco tiempo, decide deshacerse de su intimidad y su privacidad y desechar incluso el disfrute de sus últimos momentos. No me creo que Goody pudiera disfrutar un solo segundo tras decidir vender su muerte. No me creo que sus hijos le agradezcan en el fondo, en algún momento de su vida, lo que hizo por ellos.


Hasta ahí la parte de Goody, que se marchó con la conciencia bien tranquila después de cobrar millones por sus exclusivas. Pero no hubiese conseguido esto sin los medios, que acudieron como buitres a por un producto polémico y morboso para el que ya tenían escogida de antemano una excusa: “le damos a la gente lo que pide”. Así se llevaron por delante el manual de ética periodística que, creo, cada uno de nosotros debería tener interiorizado. Pero no solo lo arrollaron: cagaron y mearon sobre él. Me da miedo pensar en qué será lo próximo.

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